La noche de las mil y una hogueras
La noche de San Juan empezó muy de mañana. A las 8 ya había
sanjuaneros en Riazor y en el Orzán conquistando ferrados de arena. La
fiebre parcelaria de algunos, llegando incluso al latifundismo, causó no
pocas discusiones. Porque al mediodía ya no quedaba espacio ni para
montar un puesto de barquillos y faltaban por llegar 150.000 personas
cargadas de madera y víveres. Eso de que algunos necesiten un campo de
fútbol sala para levantar una hoguera puso de uñas a muchos y hubo
airadas discusiones. Al final -nadie sabe cómo- cupieron todos.
Carrito - parrilla lo mas novedoso de esta edición
Para los coruñeses y para los que no lo son -los trenes de
Santiago llegaron a San Cristóbal completamente llenos y los hoteles
rozaron el 80 % de ocupación- no hay noche como la de San Juan. Es su
noche más grande metida en la noche más corta. Es un espectáculo único
ver a tantos miles de personas calentándose a fuego lento. Entregados y
frescos. Como si no se hubiesen partido el lomo carretando maderos a la
playa durante todo el día, levantando hogueras, asando sardinas,
descorchando botellas, bebiéndolas... ¿Agotador? No, estimulante.
Como siempre, todo salió redondo. Pero hubo que lidiar con un día
sin sol, aunque temperaturas agradables; y con una pleamar a las 10 de
la noche, lo que redujo el escenario notablemente obligando a la
multitud a celebrar el San Juan tan agarrados unos a otros que hasta
parecía pecado.
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