El Corazón Monumental: Duomo y Galería
El centro de Milán es una lección de grandeza. El Duomo (la Catedral) no es solo una visita, es una experiencia que exige subir a sus terrazas. Desde allí, la vista aérea de sus pináculos góticos y de la propia ciudad es inigualable. Justo al lado, la Galería Vittorio Emanuele II es la pasarela más elegante de Italia, un arco techado de cristal y hierro que merece ser recorrido con calma, no solo para ver sus boutiques sino para admirar su arquitectura.
Arte, Silencio y Cenáculos
Milán alberga tesoros de valor incalculable que requieren planificación. La joya de la corona es "La Última Cena" de Leonardo da Vinci en el convento de Santa Maria delle Grazie. Un consejo esencial: la reserva debe hacerse con meses de antelación; es la única forma de garantizar el acceso a esta obra maestra. Después, buscad refugio en el Barrio de Brera, con su Pinacoteca y sus calles empedradas que ofrecen un ambiente bohemio y artístico.
Navigli: El Ritmo del Agua
Para ver el lado más relajado y bohemio de Milán, debéis dirigiros a la zona de los Navigli, los antiguos canales de la ciudad. Aunque solo queda una pequeña red, es el lugar ideal para ver cómo fluye la vida local.
El ritual imprescindible aquí es el Aperitivo: sentarse a última hora de la tarde, pedir una bebida y disfrutar del buffet de cortesía que ofrecen la mayoría de los bares. Es una tradición social y gastronómica que define el espíritu milanés.
El Consejo Esencial del Viajero
La ciudad es grande, pero su red de transporte público (metro y tranvía) es brillante. Es la forma más rápida y económica de moverse entre el Duomo, el Castillo Sforzesco y Navigli. Concentraos en estos puntos clave y dejaros sorprender por los detalles de diseño y moda que encontraréis en cada esquina.

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