Destinos low cost: ¿turismo de borracheras inevitables o hay una salida?
Apuntes sobre el mal llamado "turismo de borracheras"
Lloret de Mar se ha convertido en ejemplo de cómo un destino turístico puedeperder el control sobre si mismo, sobre su producto, su comercialización y su promoción, y poner así en riesgo la supervivencia de muchas empresas. En este post, Luis Javier Alonso expone que no todo el turismo low cost es sinónimo de fiesta sin fin y borracheras, y de que un destino en esta situación puede tener una salida. Apuntes sobre el mal llamado "turismo de borracheras".A raíz de los recientes altercados producidos en Lloret de Mar que se vinculan directamente con la oferta turística de este destino del Mediterraneo español, se ha abierto un intenso debate sobre las causas y posibles soluciones ante situaciones como éstas. La relación directa de los incidentes con la afluencia masiva en este destino del denominado "turismo low cost", pone en riesgo el futuro de un segmento turístico que ha permitido durante años la supervivencia de cientos de pequeñas empresas y ha generado miles de puestos de trabajo en su ámbito de influencia.No creo que el turismo de bajo coste haya de tener una relación directa con el denomindado "turismo de borrachera". Todo depende del perfil turístico que se vaya buscando a la hora de la venta. Si lo que se busca son adolescentes que vengan, a un precio ridículo, a emborracharse a España, huyendo de las medidas restrictivas que el alcohol tiene en su país, claro que se encuentran, a miles... También hay muchos turistas que buscan ofertas de bajo coste y no tienen entre sus dedicaciones la de destrozar el mobiliario urbano o tirar piedras a los agentes del orden.Lo que sí es cierto es que los paquetes turísticos que congregan a miles de descontrolados en determinadas zonas veraniegas no son ficticios ni virtuales y que están en el mercado, de la mano de determinados turoperadores que mantienen su oferta en sintonía con servicios turísticos de la zona dispuestos a tragar con todo a cambio de llenar sus hoteles, sus restaurantes o sus locales de ocio nocturno. Que nadie se ponga un pañuelo delante de los ojos, ni trate de que los demás creamos que esto es fruto de la coincidencia o del destino no escrito. Si lo que se quiere es conseguir turistas que contribuyan a la rentabilidad económica, sin poner en riesgo la reputación del destino, ello no es posible con ofertas desmedidas, como la de todo incluido por 30 euros diarios o siete dias en la playa por 200 euros con transporte en avion incluido. Esto es absolutamente impresentable en un mercado que aspire a ser competitivo. Una cosa es bajar los precios para dar cobertura a turistas con diferentes niveles adquisitivos y otra, muy diferente, tirar por los suelos el mercado. España, como destino turístico de primer nivel, no puede consentir que bajo su paraguas promocional vayan este tipo de ofertas. De aquellos barros vienen estos lodos. No todo vale para llenar los destinos de turistas, sobre todo cuando de lo que se trata es de un sector estratégico en un país de cuyo prestigio turístico depende el nivel de posicionamiento en un mercado cada vez más competitivo
Lloret de Mar se ha convertido en ejemplo de cómo un destino turístico puedeperder el control sobre si mismo, sobre su producto, su comercialización y su promoción, y poner así en riesgo la supervivencia de muchas empresas. En este post, Luis Javier Alonso expone que no todo el turismo low cost es sinónimo de fiesta sin fin y borracheras, y de que un destino en esta situación puede tener una salida. Apuntes sobre el mal llamado "turismo de borracheras".
A raíz de los recientes altercados producidos en Lloret de Mar que se vinculan directamente con la oferta turística de este destino del Mediterraneo español, se ha abierto un intenso debate sobre las causas y posibles soluciones ante situaciones como éstas. La relación directa de los incidentes con la afluencia masiva en este destino del denominado "turismo low cost", pone en riesgo el futuro de un segmento turístico que ha permitido durante años la supervivencia de cientos de pequeñas empresas y ha generado miles de puestos de trabajo en su ámbito de influencia.
No creo que el turismo de bajo coste haya de tener una relación directa con el denomindado "turismo de borrachera". Todo depende del perfil turístico que se vaya buscando a la hora de la venta. Si lo que se busca son adolescentes que vengan, a un precio ridículo, a emborracharse a España, huyendo de las medidas restrictivas que el alcohol tiene en su país, claro que se encuentran, a miles... También hay muchos turistas que buscan ofertas de bajo coste y no tienen entre sus dedicaciones la de destrozar el mobiliario urbano o tirar piedras a los agentes del orden.
Lo que sí es cierto es que los paquetes turísticos que congregan a miles de descontrolados en determinadas zonas veraniegas no son ficticios ni virtuales y que están en el mercado, de la mano de determinados turoperadores que mantienen su oferta en sintonía con servicios turísticos de la zona dispuestos a tragar con todo a cambio de llenar sus hoteles, sus restaurantes o sus locales de ocio nocturno. Que nadie se ponga un pañuelo delante de los ojos, ni trate de que los demás creamos que esto es fruto de la coincidencia o del destino no escrito. Si lo que se quiere es conseguir turistas que contribuyan a la rentabilidad económica, sin poner en riesgo la reputación del destino, ello no es posible con ofertas desmedidas, como la de todo incluido por 30 euros diarios o siete dias en la playa por 200 euros con transporte en avion incluido. Esto es absolutamente impresentable en un mercado que aspire a ser competitivo. Una cosa es bajar los precios para dar cobertura a turistas con diferentes niveles adquisitivos y otra, muy diferente, tirar por los suelos el mercado. España, como destino turístico de primer nivel, no puede consentir que bajo su paraguas promocional vayan este tipo de ofertas. De aquellos barros vienen estos lodos. No todo vale para llenar los destinos de turistas, sobre todo cuando de lo que se trata es de un sector estratégico en un país de cuyo prestigio turístico depende el nivel de posicionamiento en un mercado cada vez más competitivo
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