Se acabó el turismo del porro en Holanda
¿Qué efectos noté? De verdad, ninguno. Nada de nada. Creo que me tomaron el pelo por ser turista.
Leo hoy en el diario El País la noticia Adiós al turismo de porro, donde se explica que Holanda ha endurecido la normativa que permite el consumo de marihuana en coffeeshops.
Hay 650 establecimientos de este tipo en todo el país. A partir del 1 de enero, estos locales se convertirán en clubes sólo para holandeses o ciudadanos con permiso de residencia. Los turistas ya no podrán entrar.
"El control de los coffeeshops se deriva del aumento de la potencia del cannabis fabricado en Holanda", explica la noticia. Desde luego, los cuatro cigarrillos de marihuana que me vendieron por 12 euros no eran de ese tipo.
La nueva normativa está pensada sobre todo para los coffeshops holandeses que lindan con las fronteras de Bélgica y Alemania, ya que numerosas personas de estos dos países se desplazan a Holanda los fines de semana para tomarse unos porrillos, lo que es un evidente riesgo para el tráfico.
Holanda tiene muchísimos encantos y no necesita el cannabis para atraer turistas.
En Amsterdam -una ciudad maravillosa por cierto- pude comprobar que muchos viajeros entraban en los coffeshops más por curiosidad que por otra cosa, con una actitud tipo Paco Martínez Soria, como fue mi caso.
Durante décadas, los coffeshops de Ámsterdam formaron parte del imaginario colectivo y de los estereotipos de Holanda como destino, pero es lógico que esa imagen pierda fuerza en la actualidad.
De hecho, sin salir de España, muchos particulares se han dedicado a plantar marihuana en sus terrazas.
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