Cambian las motivaciones de los viajeros
El turismo cultural cae en España a pesar del lleno en los museos
El pasado febrero, una noticia publicada en hosteltur.com generó una llamada de atención entre numerosos destinos turísticos españoles, a pesar de que sólo se refería a Galicia: un total de 783.000 turistas visitaron Galicia en 2013 por razones culturales, un 16% menos que el año anterior, según el Observatorio de la Cultura Gallego. ¿Podía ser extrapolable la tendencia al resto de España?De hecho, tan solo unas semanas antes la Asociación Española de Profesionales del Turismo (AEPT) había organizado en Madrid un foro bajo el llamativo título “Turismo Cultural, ¿Lo estamos haciendo bien?”.
La visión de los ponentes que participaron no fue muy optimista ya que el turismo cultural se encontraría en “franca regresión ante otros productos en auge como el sol y playa o la gastronomía”, según informó la citada asociación. Ver también Turismo cultural: quién deben gestionar y convertir los recursos en producto.
¿Cómo podía suceder algo así en un país como España, con 44 sitios Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO; en el que todas las Comunidades Autónomas tienen un plan específico de turismo cultural; donde el año pasado monumentos como la Sagrada Familia recibieron 3,2 millones de visitantes, el Museo del Prado 2,53 millones o la Alhambra de Granada 2,4 millones?
Un trabajo de investigación desarrollado por Juan José Prieto Gutiérrez, doctor en Ciencias de la Documentación por la Universidad Complutense de Madrid, confirma ahora la tendencia: “El turismo cultural español en los últimos cuatro años ha pasado de recibir 9,3 millones de personas en el año 2011 a recibir 7,1 millones durante el año 2014, según la encuesta de gasto turístico (Egatur)”, explica Prieto. Es decir, una caída acumulada del 23% en el transcurso de cuatro años.
¿Pero qué puede considerarse hoy en día como turismo cultural? Las definiciones académicas son abundantes. “Pero en líneas generales, y a modo de compendio, el turismo cultural genera unas experiencias estéticas (generadas por la arquitectura, por las construcciones, por todo lo visual), intelectuales (ofrecidas por el aumento de conocimiento histórico cultural), emocionales (debido a la curiosidad, a la creencia, al afecto, etc.) y de autenticidad o exclusividad”, sintetiza Prieto.
Dos tipologías básicas
Y sin embargo, “es necesario distinguir dos tipologías claras de personas o turistas que visitan las zonas histórico culturales".
"Por un lado se encuentran aquellas que viajan exclusivamente por motivos culturales y por otro lado las que viajan impulsadas por una combinación de varias satisfacciones, predominando el sol y playa o las compras y donde la visita de alguna zona cultural se sitúa en segunda o tercera opción, a la cual se desplazan desde la zona costera o la ciudad y rara vez implica pernoctación en el área patrimonial”, añade este investigador.
Así, cuando las encuestas revelan una caída en la llegada de turistas por motivos culturales (7,1 millones de turistas extranjeros en 2014) en realidad la estadística oficial se está refiriendo a la motivación principal de viaje.
En cambio, las mismas encuestas muestran un aumento en la llegada de turistas con intereses culturales (36 millones de turistas el año pasado) porque en este caso hay una combinación de actividades y varios motivos de viaje.
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