Magaluf: un problema de producto que necesita alternativa
El ejemplo de la griega Faliraki, centro de turismo de borrachera hace 10 años
El desastre empezó hace 10 años, cuando las
autoridades decidieron adoptar medidas para cambiar el producto
turístico que animaba la zona y desmotivar a los miles de turistas que
llegaban. Y es que Faliraki se había especializado en el turismo joven británico, ese que busca fiesta a todas horas y cuyo concepto de fiesta incluye borracheras, excesos sexuales
y de todo tipo, drogas y vacaciones sin padres, sin normas y sin
control. Justo lo que ahora es, por ejemplo, Punta Ballena, en Magaluf.
Según un artículo aparecido esta semana en el diario británico Daily Mirror, titulado “El declive de Faliraki”, este destino griego decidió en diciembre de 2003 imponer estrictas normas para poner “en su lugar” a los “teenagers” británicos que se iban solos de vacaciones por primera vez lejos de sus padres y se dedicaban a las borracheras, las peleas y el sexo en plena calle.
Cuenta el reportaje que los empresarios de la zona echan de menos aquellos tiempos, porque los jóvenes, aunque descontrolados, “eran buenos clientes”. Esto quiere decir que se gastaban su dinero, básicamente en alcohol. Parece ser que los empresarios de Faliraki culpan de la situación a los hoteles que instauraron el todo incluido y cuyos clientes eran familias que no querían convivir con la zona de ocio nocturno. “Solo querían gente mayor y familias, consiguieron que los adolescentes británicos se fueran pero nadie los ha sustituído”, dice la propietaria de un restaurante de la zona.
Y esta última frase es clave: consiguieron que ese cliente molesto pero que gastaba dinero haya dejado de visitar Faliraki pero no han sido capaces de atraer a otro cliente en su lugar. Algo que vale la pena apuntarse de cara a la “limpieza” de Magaluf, por ejemplo.
Faliraki, en la actualidad. Foto Jon Fuller-Rowell / Daily Mirror.
El problema en la isla griega no era solo de borracheras y peleas. En 2003 el Foreign Office británico reveló que la tercera parte de las mujeres de esa nacionalidad que eran violadas en el extranjero, eran atacadas en Grecia, sobre todo en Faliraki, Rodas. La violencia era una consecuencia directa del exceso de alcohol.
Como está sucediendo ahora en Magaluf, también hubo programas de televisión británicos que mostraban en qué consistían las vacaciones de los adolescentes. Y tras la emisión de esos programas, justamente, las reservas de jóvenes buscando fiesta crecieron un 30%. Por lo visto las normas y el control estricto llegaron tras un verano especialmente duro de excesos de todo tipo, con jóvenes detenidos por peleas y por desnudarse en público, y con la muerte de dos turistas de 17 y 29 años, uno en una pelea y otro al ser arrollado por un camión.
“Aquello no era bueno –reconoce al Daily Mirror un empresario se la zona- pero ahora esto está muerto. No sé lo que prefiero, para ser honesto”. El reportaje del Mirror está lleno de testimonios de comerciantes y empresarios de la zona que lamentan la situación actual.
Faliraki, en 2002. Foto Jk Press Pic John Alevroyiannis, Daily Mirror.
Primero fue instalada una comisaría de policía justo en la playa, donde los jóvenes terminaban sus noches durmiendo la borrachera, pegándose o manteniendo relaciones sexuales. Fueron prohibidas las ofertas de más de una copa en los pubs y la música se limitó de forma estricta hasta la medianoche. En 2003 dos oficiales de policía de Blackpool se trasladaron a Faliraki para instruir a los agentes griegos en cómo controlar el comportamiento de los jóvenes con tácticas similares a las que habían utilizado con éxito en Lancashire.
A partir de entonces la violencia fue reducida drásticamente y hoy, 10 años después, la comisaría de policía instalada en la playa permanece cerrada. Ahora las empresas de la zona se debaten entre el recuerdo de días duros pero económicamente rentables y la escasa afluencia actual de turistas a pesar de que Faliraki “está limpio”.
El ejemplo de Faliraki me parece muy instructivo. Ahora que, tras la vuelta al mundo de los vídeos de las felaciones por copas gratis en Magaluf, el Govern balear y el Gobierno de España parecen decididos a hacer algo, quizá valdría la pena conocer lo ocurrido en Faliraki. Porque está claro que Magaluf se merece otra imagen, pero también está claro que los adolescentes británicos dejan dinero en la zona y que si en serio se les quiere echar, habría que tener muy claro cuál ha de ser la alternativa.
Sería muy triste que, dentro de 10 años, los comerciantes y restauradores de Magaluf añorasen los tiempos actuales y ante la disyuntiva prefirieran el desenfreno y el exceso con ingresos, a la limpieza de la zona pero sin turistas.
Según un artículo aparecido esta semana en el diario británico Daily Mirror, titulado “El declive de Faliraki”, este destino griego decidió en diciembre de 2003 imponer estrictas normas para poner “en su lugar” a los “teenagers” británicos que se iban solos de vacaciones por primera vez lejos de sus padres y se dedicaban a las borracheras, las peleas y el sexo en plena calle.
Cuenta el reportaje que los empresarios de la zona echan de menos aquellos tiempos, porque los jóvenes, aunque descontrolados, “eran buenos clientes”. Esto quiere decir que se gastaban su dinero, básicamente en alcohol. Parece ser que los empresarios de Faliraki culpan de la situación a los hoteles que instauraron el todo incluido y cuyos clientes eran familias que no querían convivir con la zona de ocio nocturno. “Solo querían gente mayor y familias, consiguieron que los adolescentes británicos se fueran pero nadie los ha sustituído”, dice la propietaria de un restaurante de la zona.
Y esta última frase es clave: consiguieron que ese cliente molesto pero que gastaba dinero haya dejado de visitar Faliraki pero no han sido capaces de atraer a otro cliente en su lugar. Algo que vale la pena apuntarse de cara a la “limpieza” de Magaluf, por ejemplo.
El problema en la isla griega no era solo de borracheras y peleas. En 2003 el Foreign Office británico reveló que la tercera parte de las mujeres de esa nacionalidad que eran violadas en el extranjero, eran atacadas en Grecia, sobre todo en Faliraki, Rodas. La violencia era una consecuencia directa del exceso de alcohol.
Como está sucediendo ahora en Magaluf, también hubo programas de televisión británicos que mostraban en qué consistían las vacaciones de los adolescentes. Y tras la emisión de esos programas, justamente, las reservas de jóvenes buscando fiesta crecieron un 30%. Por lo visto las normas y el control estricto llegaron tras un verano especialmente duro de excesos de todo tipo, con jóvenes detenidos por peleas y por desnudarse en público, y con la muerte de dos turistas de 17 y 29 años, uno en una pelea y otro al ser arrollado por un camión.
“Aquello no era bueno –reconoce al Daily Mirror un empresario se la zona- pero ahora esto está muerto. No sé lo que prefiero, para ser honesto”. El reportaje del Mirror está lleno de testimonios de comerciantes y empresarios de la zona que lamentan la situación actual.
Primero fue instalada una comisaría de policía justo en la playa, donde los jóvenes terminaban sus noches durmiendo la borrachera, pegándose o manteniendo relaciones sexuales. Fueron prohibidas las ofertas de más de una copa en los pubs y la música se limitó de forma estricta hasta la medianoche. En 2003 dos oficiales de policía de Blackpool se trasladaron a Faliraki para instruir a los agentes griegos en cómo controlar el comportamiento de los jóvenes con tácticas similares a las que habían utilizado con éxito en Lancashire.
A partir de entonces la violencia fue reducida drásticamente y hoy, 10 años después, la comisaría de policía instalada en la playa permanece cerrada. Ahora las empresas de la zona se debaten entre el recuerdo de días duros pero económicamente rentables y la escasa afluencia actual de turistas a pesar de que Faliraki “está limpio”.
El ejemplo de Faliraki me parece muy instructivo. Ahora que, tras la vuelta al mundo de los vídeos de las felaciones por copas gratis en Magaluf, el Govern balear y el Gobierno de España parecen decididos a hacer algo, quizá valdría la pena conocer lo ocurrido en Faliraki. Porque está claro que Magaluf se merece otra imagen, pero también está claro que los adolescentes británicos dejan dinero en la zona y que si en serio se les quiere echar, habría que tener muy claro cuál ha de ser la alternativa.
Sería muy triste que, dentro de 10 años, los comerciantes y restauradores de Magaluf añorasen los tiempos actuales y ante la disyuntiva prefirieran el desenfreno y el exceso con ingresos, a la limpieza de la zona pero sin turistas.
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