Los Mallos de Riglos, en Huescaby Grupo Europa |
La
modesta población de Riglos, situada al noroeste de Huesca y
sin sobrepasar los 50 habitantes, hubiera caído irremediablemente en el olvido
sin su principal reclamo, una serie de gigantescas formaciones
geológicas que llegan a alcanzar los 275 metros de altura, escoltan así
a todo el pueblo, en plena Sierra del Prepirineo oscense. Así se describen los
Mallos, que dan vida a Riglos.
El
origen de estas formaciones se explica con la elevación de los
Pirineos durante la orogenia alpina, compuestos principalmente
de conglomerados del Mioceno, es decir, sedimentos con cantos rodados de gran
tamaño cementados por grava y arena. Al crearse la cordillera pirenaica, la
erosión provocó que gran cantidad de material fuera arrastrado hacia el sur por
cauces que se vertían a la antigua depresión del Ebro, depositándose y
sedimentándose en enormes conos de deyección (un tipo de
modelado fluvial).
Con el paso de los años, la erosión de la lluvia sobre la roca se
ha encargado de dar la forma actual a los Mallos, los cuales se dividen
principalmente en nueve mallos perfectamente identificados: el Firé, el
Pisón, el Puro, el Castilla, los Volaos, el Cuchillo, el Frechín, la Visera y el
del Agua. A estos se suman ocho mallos más pequeños.
Desde
la primera ascensión documentada a los Mallos, en 1935, Riglos
no ha parado de recibir escaladores y aventureros amantes de la naturaleza, y
por ello se ha acabado convirtiendo en un paraíso de montaña
para realizar deporte extremo en España. El Firé y el Pisón, los dos mallos más
altos, suponen una auténtica experiencia de salto base para los amantes de esta
práctica.
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